Video de la presentación de libros sobre la socio-espacialidad.

domingo, 20 de julio de 2014

SOLOS EN LA MULTITUD.

Sobre la Supremacía del Uruguay. Carlos Rehermann, Programa de Tormenta de Cerebros, Radio Uruguay, SODRE/ Invitado: Fabián Barros/Columna Guigou/19.07.2014.


Sobre la Supremacía del  Uruguay. Carlos Rehermann,  Programa Tormenta de Cerebros, Radio Uruguay, SODRE/ Invitado: Fabián Barros/Columna Guigou/19.07.2014.




Supremacía/Sesiones Orientales.


80º ANIVERSARIO DE LA SUPREMACÍA DE URUGUAY (2013).
Uruguay locuta, causa finita
80º Aniversario de la Supremacía de Uruguay.


La supremacía de Uruguay
Por Elwyn B. White (1899 - 1985).



Texto de presentación.

La supremacía del Uruguay.
Inanidad hegemónica, indiferencia de los conquistados y dominados hacia su enigmático amo. El Uruguay domina todo el planeta y nadie lo nota. Un bostezo generalizado, un ninguneo mundial hacen que el Imperio del Uruguay sea desconocido por los propios subyugados. Uruguay proyecto incompleto, hace una alarde interno de su supremacía. Pero esa supremacía mundial, planetaria, apenas es reconocida por el Uruguay y su gente. Disciplinamientos y laicidades varias, mesocracia y oscuras genialidades intermitentes, impunidad y pasado reciente, indios sin indios, racismo y una racionalidad caucásica marginal y provinciana, no afectan parte alguna del territorio mundial. Lo que sucede es que los atributos de la uruguayez mencionados, todos ellos (faltaría tal vez agregar aquí alguno más, como la demencial y paranoica mesura o tal vez el espíritu de las cercanías que mantiene tantas mediocridades por medio de lazos familiares o de una supuesta amistad), decíamos, todos ellos, pecan de falso universalismo, aunque por cierto, poseen una singularidad y particularidad manifiesta.
Si acaso los espectros democráticos-liberales-republicanos pueden llegar a mostrar algunos rasgos diacríticos con una profunda vocación universal y universalista -Libertad, Igualdad, Fraternidad- lo cierto es que cuando el imaginario uruguayo atravesado por esa nebulosa democrática-liberal-republicana se expande y exige para sí la totalidad del mundo, se nos exhibe en su suavemente ondulada singularidad. Nada de empatía universalista, pues. En todo caso, una singularidad cansadora para los propios uruguayos y mucho más sin duda para el resto de los habitantes de esta tierra, que ni siquiera perciben esta férrea hegemonía infrecuente.
Conquista del mundo que no logra interesar a nadie, pero que al mismo tiempo muestra la especificidad del mundo uruguayo, que, lamentablemente, resulta irrelevante - posiblemente por incomprensión- para los millones de habitantes que pueblan nuestro milagroso planeta.
L. Nicolás Guigou

martes, 8 de julio de 2014

Guigou, L. Nicolás. Antropologías Caucásicas y relatos de la nación uruguaya. Revista Lento, 16, julio de 2014.

Una estética okupa. Texto para la exposición Trashumancia de Boris Romero, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay, 2014.

Una estética okupa. Texto para la exposición Trashumancia de Boris Romero, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay, 11 de julio de 2014.



Una estética okupa.


Un extraño volumen aproxima, expande y atraviesa espacios museísticos canónicos, obras invaluables, artistas reconocidos, restos en fin, del naufragio de las grandes apuestas estéticas occidentales. El volumen es pues insidioso y molesto: una escultura (¿pero habría que llamarla así?) inquietante que cambia de escala, de lugar, de luz, de densidad, frente a tanta y tanta parafernalia artística legitimada, codificada y en eterna escena. 

Boris M. Romero  -o tal vez deberíamos decir sus trabajos, sus procesos- no piden permiso. Ingresan, oc(k)upan, penetran  y se agigantan al lado, dentro, o en un afuera en extremo cercano a los momentos de la engreída performance de las instituciones que dicen se dedican al arte. Si acaso para Jorge Idel explotar el Museo del Louvre continúa siendo la condición fundamental para destrabar el arte de sí mismo, para Romero  alcanza con establecer una estrategia más pacífica aunque probablemente más radical: exponer sin autorización,  huir de la aprobación de los tribunales supuestamente competentes, escapar de los certificados de los jueces del arte, sortear el pase de los cancerberos de los Museos de la Eterna Gloria Artística.

Mientras que la alicaída filosofía vernácula – discurso parasitario y anodino del quehacer artístico- sigue preguntándose acerca de la legitimidad del arte, su universalidad, las bases que lo sostienen (?), Boris M. Romero mediante su estética okupa por suerte no nos depara ninguna (e inútil) respuesta filosófica: hace, produce, gesta un lugar que no requiere de legitimidad ni legalidad ninguna. Es en el momento que  hace. Una inscripción intermitente que no discute ni promueve un parloteo filosófico de ciegos, sino que trae – o atrae- una nueva gestualidad que no admite ni la solicitud de permisos, ni las autorizaciones preclaras. 

Solamente discontinuidades en el estar y el no estar al mismo tiempo. O bien otro tiempo – promovido como siempre, por una manera otra de generar espacios- en el cual ya no se sostiene ni el canon artístico de Occidente, ni tampoco sus vigilantes.

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:
Prof. Tit. Dr. L. Nicolás Guigou, Dpto. de Ciencias Humanas y Sociales, FIC,  UDELAR  
Director del Dpto. de Antropología Social, FHCE, UDELAR.



viernes, 4 de julio de 2014